Crea tu Vida. Jordi Planes

Crea tu Vida. Jordi Planes
CREA TÚ VIDA: la inteligencia emocional, la PNL (Programación neurolinguística), el Rebirthing y técnicas de Coach, como herramientas de crecimiento personal.

miércoles, 21 de julio de 2010

Para reflexionar.

Los Siete Pecados Capitales:
Los siete pecados capitales son una clasificación de los vicios mencionados en las primeras enseñanzas del cristianismo para educar a la sociedad de aquella época.
Con Constantino Iº, la Iglésia Católico Romana divide los pecados en categorías o niveles de gravedad: pecado venial: de poca importancia. Pueden perdonarse mediante la confesión y el sacramento. El pecado mortal: acciones que destruyen la vida de gracia y crean la amenaza de la condenación eterna a menos que sean absueltos mediante el sacramento de la penitencia, o siendo perdonados después de una perfecta contrición por parte del penitente. Comenzando a principios del siglo XIV, la popularidad de los siete pecados capitales como tema entre los artistas europeos de la época finalmente ayudó a integrarlos en muchas áreas de la cultura y conciencia cristiana a través del mundo.
Los 7 pecados capitales eran: La Lujuria, la gula, la avaricia, la pereza, la ira, la envidia y la soberbia.
La Lujuria:
en el cuadro El jardín de las delicias, de Hieronymus Bosch, aparecen todo tipo de placeres carnales considerados pecaminosos. La lujuria (en latín, luxuria) es usualmente considerada como el pecado producido por los pensamientos excesivos de naturaleza sexual. Debido a su intrínseca relación con la naturaleza sexual, la lujuria en su máximo grado puede llevar a comportamientos compulsivos en lo sexual y a alteraciones, incluyendo la adicción al sexo, el adulterio y la violación.
La Gula:
Actualmente la gula se identifica con la glotonería, el consumo excesivo de comida y bebida, en cambio en el pasado cualquier forma de exceso podía caer bajo la definición de este pecado. Marcado por el consumo excesivo de manera irracional o innecesaria, la gula también incluye ciertas formas de comportamiento destructivo. Es curioso el paralelismo del concepto con lo acontecido en nuestra sociedad y con la crisis que estamos viviendo.
La Avaricia:
La avaricia es —como la lujuria y la gula—, un pecado de exceso. Sin embargo, la avaricia se aplica sólo a la adquisición de riquezas en particular. Tomás de Aquino escribió que la avaricia es «un pecado contra Dios, al igual que todos los pecados mortales, en lo que el hombre condena las cosas eternas por las cosas temporales».
«Avaricia» es un término que describe muchos otros ejemplos de pecados. Estos incluyen deslealtad, traición deliberada, especialmente para el beneficio personal, como en el caso de dejarse sobornar. Búsqueda y acumulación de objetos, especialmente mediante el robo, los engaños o la manipulación.
La Pereza:
La pereza (en latín, acidia) es el más «metafísico» de los pecados capitales, en cuanto está referido a la incapacidad de aceptar y hacerse cargo de la existencia en cuanto tal. Es también el que más problemas causa en su denominación.
Tomado en sentido propio es una «tristeza de ánimo» que aparta al creyente de las obligaciones espirituales o divinas, a causa de los obstáculos y dificultades que en ellas se encuentra.
Concebir pues tristeza por tales cosas, abrigar voluntariamente, en el corazón, desgano, aversión y disgusto por ellas, es pecado capital. Tomada en sentido estricto es pecado mortal en cuanto se opone directamente al amor y a la caridad que nos debemos a nosotros mismos y a Dios.
Los efectos que produce afectan directamente a nuestras obligaciones y deberes y puede llegar a hacernos creer que no haya otra vida para vivir y así justifica el que nos entregemos impunemente a las pasiones, con lo que las virtudes desaparecen.
La Ira:
La ira (en latín, ira) puede ser descrita como un sentimiento no ordenado, ni controlado, de odio y enojo. La ira es el único pecado que no necesariamente se relaciona con el egoísmo y el interés personal (aunque uno puede tener ira por egoísmo, por ejemplo, por celos). Dante describe a la ira como «amor por la justicia pervertido a venganza y resentimiento».
Sin duda un veneno para nuestra salud, si no somos capaces de identificarlo y erradicarlo de nuestra vida.
La Envidia:
Como la avaricia, la envidia se caracteriza por un deseo insaciable, sin embargo, difieren por dos grandes razones: Primero, la avaricia está más asociada con bienes materiales, mientras que la envidia puede ser más general; segundo, aquellos que cometen el pecado de la envidia desean algo que alguien más tiene, y que perciben que a ellos les hace falta, y a consiguiente desear el mal al prójimo, y sentirse bien con el mal ajeno. La envidia es un mal que no es desconocido a aquellos nacidos en el mundo latino.
La Soberbia:
casi todas las listas de pecados, la soberbia (en latín, superbia) es considerado el original y más serio de los pecados capitales, y de hecho, es también la principal fuente de la que derivan los otros. Es identificado como un deseo por ser más importante o atractivo que los demás, siendo incapáz de halagar a los otros. Según la Biblia, este pecado es cometido por Lucifer al querer ser igual que Dios. Genéricamente se define como la sobrevaloración del Yo respecto de otros por superar, alcanzar o superponerse a un obstáculo, situación o bien en alcanzar un estatus elevado y subvalorizar al contexto. También se puede definir la soberbia como la creencia de que todo lo que uno hace o dice es superior, y que se es capaz de superar todo lo que digan o hagan los demás. También se puede tomar la soberbia en cosas vanas y vacías (vanidad) y en la opinión de uno mismo exaltada a un nivel crítico y desmesurado (prepotencia). Soberbia (del latín superbia) y orgullo (del francés orgueil), son propiamente sinónimos aun cuando coloquialmente se les atribuye connotaciones particulares cuyos matices las diferencian. Otros sinónimos son: altivez, arrogancia, vanidad, etc. Como antónimos tenemos: humildad, modestia, sencillez, etc. El principal matiz que las distingue está en que el orgullo es disimulable, e incluso apreciado, cuando surge de causas nobles o virtudes, mientras que a la soberbia se la concreta con el deseo de ser preferido a otros, basándose en la satisfacción de la propia vanidad, del Yo o ego. Por ejemplo, una persona Soberbia jamás se "rebajaría" a pedir perdón, o ayuda, etc.
Espero que haya resultado cuanto menos, interesante... seguro que podemos encontrar muchos paralelismos con los males que aquejan a nuestra sociedad actual.
NAMASTE.
JPR

No hay comentarios.:

Publicar un comentario