La optimización de los recursos no es lo mismo que la reducción de los gastos, aunque el objetivo sea común. Si el primero es un aspecto positivo, consecuente con la ley de economía universal y objetivo de la ley de prosperidad, el segundo juega en el equipo de las limitaciones y las carencias.
La crisis actual, una crisis económica nacida del desenfreno y la avaricia, conlleva unas connotaciones que van más allá de la optimización y la racionalización…encierra la intención de la polarización. Es decir, crear una sociedad con dos modelos: los ricos y los pobres.
Es la respuesta que caracteriza a una sociedad que no ha sabido cultivar los valores, que vive bajo el influjo del miedo y el egoísmo que provoca el desengaño de vivir más en el sentimentalismo que en el amor.
Si bien la compasión es una virtud del ser noble, la caridad se convierte en válvula de escape de las conciencias torturadas, en vicio de los pobres de espíritu y en la justificación de aquellos que se pretenden superiores.
Todo ser humano es valioso para la comunidad, todo ser humano puede aportar cualidades imprescindibles para el crecimiento de los demás. Si no somos capaces de despertar el “diamante interior” que “yace” en el interior de cada Ser, no seremos merecedores de una Conciencia superior.
Todos estamos implicados en una crisis, todos tenemos nuestra parte de responsabilidad y todos tenemos nuestra función en el objetivo de superarla.
Si priorizamos calidad a rentabilidad; si priorizamos solidaridad a individualidad; si priorizamos sacrificio a egoísmo y somos capaces de luchar por un mundo más “ecológico”, seguro que seremos capaces de generar valor a toda experiencia que la vida nos depare.
NAMASTE.
JPR
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