La mentira y las consecuencias de su vibración.

Desde pequeños nos han dicho que el mentir es “pecado”, que la mentira es mala y que no debemos de mentir. Nos lo han inculcado porque nuestros padres también heredaron ese mensaje: desde la iglesia y como verdad escrita en las Sagradas Escrituras, se nos dice que distorsionar la verdad va en contra de “Dios” , o lo que entenderemos como en contra de nuestro diseño natural.

Mentir es una violación del cuerpo y del espíritu, porque el sistema energético humano identifica la mentira como un veneno.

De hecho en la PNL nos enseñan como el cuerpo físico no soporta la mentira y contradice con sus gestos al verbo (la palabra) cuando utiliza la mentira.

El espíritu y el cuerpo necesitan sinceridad e integridad en su camino evolutivo. En realidad al mentir o engañar, nuestro Ser se siente mal. Hay personas que viven en la mentira, que confabulan y conspiran a través del engaño, hay quién incluso quien se deleita y enaltece su soberbia con estrategias que engañan a los demás y que les confieren ventaja en algún área que les interesa. Hay quién se nutre con el engaño y vive vidas paralelas confundiendo y lastimando a su pareja, a su amante o a sus familiares… Hay ejemplos para cada caso y situación, pero todos tienen algo en común: su vida no es plena, su infelicidad es manifiesta y su distorsión cada vez se hace más patente. Ell@s mism@s deberán de enfrentarse a su realidad y cuanto más se acerque el momento de dejar el compartir de esta existencia mayor será su pesar. No estamos hechos para atacarnos, ni para juzgarnos o criticarnos (a nosotros mismos ni a los demás). Si lo hacemos es porque nuestras inseguridades y nuestros miedos han podido más que nuestra autoestima. Decir palabras hirientes a alguien contamina a la persona a quien van dirigidas y a la que las dice, y el cuerpo físico la hará responsable de esa forma de destrucción. Cuando alguien nos ataca o hiere, no guardemos rencor ni busquemos venganza, el destino se encargará de cumplir con la máxima que rige el Universo. El universo todo lo compensa, todo a su debido tiempo, en su forma adecuada. Adecuada para que tu saques tus conclusiones y aprendas tu lección y para que el que te ha herido aprenda las suyas y cumpla con el deber de su compensación. A las personas que viven bajo el influjo del amor, se las reconoce porque irradian apoyo y paz. Su energía inspira confianza y dibuja un orden en todo su compartir. Estas personas se convierten en “canales de expresión Divina”. Su ego no se contamina por ser objeto de mediación y su anhelo de servicio es superior al deseo de recibir reconocimiento. Todos podemos ser canales de la expresión del amor Divino, aunque no todos acordamos el compromiso de querer serlo. Por dentro todos somos iguales, y los desafíos espirituales con los que nos encontramos son los mismos (aunque en distintos momentos de evolución y en distinta calidad de vibración) Cuanto más busquemos los puntos de igualdad más unidos nos sentiremos.