Virus y actitudes.
Seguramente la mayoría de nosotros tenemos virus circulando libremente por nuestro organismo. Los virus son como "naves de guerra"a la búsqueda y captura de proteínas que les permitan llegar al núcleo de la célula para poder tener acceso al ADN y modificar así nuestras estructuras.
Nuestras proteínas tienen unos itinerarios, ordenados y específicos (guiados por nuestros centros de energía) y un determinado mecanismo de comunicación.
Cuando un disgusto, una mala alimentación o actitudes negativas afectan nuestro equilibrio personal, una vibración no armónica afecta su equilibrio, permitiendo que dichas proteínas puedan ser captadas por esos virus invasores. Es entonces cuando nuestro organismo entra en guerra.
Al identificar a los invasores, nuestro cuerpo enviará un ejército de linfocitos y anticuerpos con el fin de combatirlos. Si el número es suficiente, rodearán a los virus y los destruirán, haciéndolos "explotar". Los virus que logren evitar el ataque y continúen su camino, llegarán a la célula, afectarán nuestro ADN y comenzarán un complejo proceso de "reprogramación", con el fin de implantar su modelo reproductivo. En este nivel, nuestro organismo entrará en crisis, mandando señales de auxilio con el fin de que procedamos a proveerle de medios para su defensa. Será entonces cuando deberemos de aplicar medios exógenos, no desprovistos de efectos secundarios. Si vencemos, el virus morirá, dejando efectos colaterales; si no logramos vencer, moriremos y junto a nosotros el virus perecerá.
Lo que demuestra que las malas acciones no tienen fines elevados, ni intenciones positivas.
Lo que si tendrá efectos positivos será nuestra actitud correcta.
Buen carácter; buenas emociones; buenos hábitos y buenas actitudes nos ayudarán a preservar la paz en nuestro organismo.
La guerra no es un invento del hombre, es un mimetismo de la naturaleza. Trascenderlo mediante la conciencia nos acercará a nuestra parte más divina, actuarlo desde las emociones nos aferrará a nuestra condición más instintiva y animal.
En nuestra sociedad pasa lo mismo. Los grupos extremistas son como los virus: viven entre nosotros, pendientes de una crisis, de un conflicto o de una desavenencia para entrar en acción. Prohibirlos será como "vacunarse", permitir su existencia será vivir en permanente riesgo.
Nosotros decidimos.
Namaste.
Jordi Planes.
www.jordiplanesrovira.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario