Su mirada perdida indicaba impotencia, desespero, desesperanza. No se quería y su vida era un continuo sufrimiento: deudas, dependencias, problemas con la gente...Se entregaba y nadie valoraba su esfuerzo. Hacía lo que podía por los demás y siempre le pedían más.
¿Qué podía hacer para cambiar?
Un día vio un libro que llamó su atención: Cada página le resonaba con fuerza y sus palabras llenaron su Ser de ilusión. La esperanza volvió a su corazón. Busco al autor, consiguió concertar una cita y acudió a la consulta como si esa fuera su última oportunidad.
Llamó a la puerta y al abrirse, se abrió también la puerta de su corazón.
Conectaron al instante y comprendió que allí su vida comenzaría a cambiar. La mirada cabizbaja desapareció y de sus ojos asomó un resplandor. Incluso el pelo pareció adquirir un brillo especial. Su Ser empezó a conectar con el valor del amor. El amor a uno mismo, -el verdadero amor, pues sin él, no puedes amar a nadie más. Las preguntas que le hacía su Coach le permitían interiorizar; poner atención en lo que realmente deseaba hacer. Sus reflexiones le permitieron valorar su realidad y dar importancia a lo que podía llegar a compartir con los demás. Aprendió a no compararse, a escuchar su corazón y a descubrir su don.
Su vida cambió y junto a ella, la de los seres que compartían su realidad.
El Universo no está para juzgarte, está para escucharte y ayudarte a hacer realidad los deseos de tu corazón. Solo te pide una condición: ¡ámate!
Invierte en ti, es el valor más seguro que jamás podrás encontrar.
Namaste.
Jordi.
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