Cuando el Ser se cree superior a los demás, actúa sin saberse víctima de su vanidad y de su orgullo.
Un orgullo que nace del sentimiento de inferioridad y una vanidad que crece al vivir de espaldas al auto análisis y a la necesidad de calibración personal.
Inspiramos a los demás en la medida de lo que ellos nos inspiran y reflejamos la bondad que sus corazones son capaces de reconocer. Incluso ayudamos a sanar desde la activación de la capacidad de la auto curación. De ahí la fuerza de la energía del Universo. Si nos creemos superiores y a la vez, el poder ser la causa o el origen de la solución de los problemas de los demás, caeremos en el espejismo de la vanidad.
No necesitaremos calibrar nuestra realidad, ni consideraremos la posibilidad de que otro nos muestre nuestras debilidades o carencias. Nuestro ego utilizará la sombra como refugio y el orgullo nos defenderá ante cualquier comentario o crítica que pretenda hacernos entrar en razón.
La humildad es el único antídoto. El desapego a las formas, a la razón y al reconocimiento serán nuestras mayores garantías y la mejor muestra de nuestra autoestima y seguridad.
No confundas al Ser con la profesión, ni interpretes sin escuchar a tu corazón.
Fluye y deja fluir. El patrón del control es el patrón del miedo, de la carencia y de la inseguridad.
Ten fe en tu propósito y disfruta actuándolo.
Namaste.
Jordi
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