De la mente al corazón, un viaje indispensable.
Después del día siempre llega la noche, y aunque el día haya sido oscuro, triste o el tamiz de la lluvia deje su impronta en el ambiente, la Luna y la oscuridad se encargan de acallar los ánimos y acompañar al silencio. A pesar del guardián de los medios y de las ondas vespertinas, cuyo rumor incesante ha pasado a formar parte de un silencio relajante.
Los días pasan y pasan con sus noches, y las semanas, y los meses y casi sin darnos cuenta, los años.
Y los bebes crecen y los niños se hacen adultos y los adultos ancianos... y los ancianos se transforman en estrellas... y seguimos apegados a las formas, a las ideas, a la razón de la sinrazón... y seguimos sufriendo y repitiendo ciclos. Conviviendo con fantasmas, con fatuos recuerdos, con resentimientos y con odios.
Quizás llegue el día que al salir el Sol, la mente nos ilumine y nos demos cuenta que la vida sin el corazón no es vida, que los instantes sin amor no cuentan, que los recuerdos sin pasión no valen.
Quizás llegue el día en que al mirarnos a los ojos, veremos nuestras almas en lugar de nuestras caras y sabremos en quién confiar, con quién caminar y poder compartir.
Brindo por la gente de buen corazón, por la mirada sincera, por la palabra correcta, por el sentimiento honesto, por el amor verdadero, por la ternura, por la compasión y el perdón.
Que tus palabras acaricien el ambiente, que tus hechos aporten valor, que tus pensamientos inspiren a la gente.
Brindo por los libros, por las historias que narran, por su prosa y su poesía, por la imaginación y la ilusión que transmiten y por toda la experiencia que comparten.
Namaste.
Jordi.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario