Hay personas que viven dos vidas: la laboral y la personal. Unas interpretan su mejor versión en el trabajo y conectan con sus debilidades en su vida personal. Otras son excelentes en su vida personal y en el trabajo muestran sus carencias. Lo ideal son las personas que actúan su mejor versión tanto laboralmente como en el terreno personal, sabiendo diferenciar los contextos que confieren la idiosincrasia de cada situación.
El nivel de autoestima, la seguridad en un@ mism@ y nuestra actitud, serán determinantes a la hora de relacionarnos.
El ideal se encuentra en la persona ASERTIVA. La persona asertiva es una persona con "carácter", que sabe lo que quiere, que se conoce, que tiene empatía con los demás, que no suele perder el control, que no grita, que mira a los ojos cuando habla, que dice lo que piensa y argumenta sus opiniones. Es flexible y adaptable. Puede cambiar de opinión cuando le argumentan y convencen de las ventajas de otra visión, pero no actúa como una veleta o por interés.
Tenemos las personas DÉBILES o SUMISAS. Son personalidades inseguras, dependientes, que ante una negativa quedan "colapsadas" y que se desaniman con facilidad. Su autoestima es insuficiente. Sufrirán por lo que los demás piensen de ellas y no tendrán una opinión consistente sobre los aspectos que más puedan afectar a su felicidad. Serán personas reactivas, con lo que vivirán el "dominio" de los demás y actuarán como víctimas de la sociedad. Generalmente sufrirán de represión y de emociones tóxicas que contaminarán su vida.
Otra personalidad marcada por el carácter es la AGRESIVA. Son personas poco "flexibles". Imponen su forma de pensar y esperan que los demás se comporten como ellas quieren. Les contrarían mucho las negativas a sus peticiones. Generalmente su tono de voz es elevado; generan tensión en su comunicación y se excusan en que si no actúan así, los demás no las comprenden o no hacen lo que deben de hacer. Generalmente son personalidades "invasivas" y tienen una actitud controladora. Son auto exigentes, disciplinadas, perfeccionistas y desconfiadas. Llevan muy mal equivocarse y tienen un "patrón exigencia" que les impide fluir y vivir en auténtica armonía.
Saber escuchar, saber comprender la realidad del otro, ser respetuosos con la pluralidad de visiones que conforman nuestro mapa existencial y aprender a ver el lado positivo de los demás serán actitudes esenciales para vivir en armonía y generar felicidad.
La agresividad es el fracaso de nuestra capacidad de comunicar.
La filosofía Zen nos enseña que la verdadera liberación de los apegos se logra desde el silencio no desde la palabra.
Namaste.
Jordi.
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