Lo que es cierto, es que una vez tomada la decisión, deberemos de asumir sus consecuencias.
Si decido tomar un "AVE" Barcelona a Madrid y cuando arranca, me arrepiento de la decisión, no podré hacer otra cosa que esperar a que llegue a destino. Una vez allí, podré aprovechar el viaje...disfrutar de la ciudad, conocer gente y realizar cualquier actividad, con lo que ganaré experiencias y disfrutaré de nuevas realidades o por el contrario, podré ir a la taquilla y comprar un billete de regreso "inmediato". Habré gastado mi tiempo y mi dinero, para volver a donde estaba antes de partir. Evidentemente también habrá una experiencia, un mensaje y unas reflexiones que me ayudarán a crecer, pero, sin duda la dimensión de una actitud, no será comparable a la de la otra.
Por ello, la reflexión debe de acompañar a nuestros actos, con el fin de evitar precipitaciones o acciones poco meditadas que no nos aporten lo que esperamos de ellas.
El impulso es bueno en ciertas ocasiones y nefasto en muchas otras.
Hemos de empezar a saber construir desde la interiorización. Hemos de aprender a escuchar al corazón y a preguntarnos por nuestra realidad, por nuestros deseos y por nuestros sueños.
A partir de ahí deberemos de construir nuestra estrategia y prepararnos para lograr nuestros sueños.
La vida es una experiencia única y maravillosa.
Namaste.
JPR
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