La Teosofía y la Muerte.

La Teosofía y la Muerte.

Desde el punto de vista de la teosofía, la muerte consiste en un proceso repetido de desapegarse. La parte inmortal del ser humano arroja de sí, una después de otra, sus envolturas externas, y al igual que la crisálida y la mariposa, sale de aquellas y pasa a un estado superior de conciencia. Es un hecho que esta salida del cuerpo y la permanencia de la entidad consciente, ya sea en el doble astral o en el doble etéreo (cuerpo de pensamiento que rodea al cuerpo físico) puede tener lugar en la vida terrestre (viaje astral), de manera que el hombre / la mujer, puedan familiarizarse con la experiencia de las otras dimensiones y así perder el miedo a lo desconocido. Mediante esta experiencia podemos constatar que la vida no depende de la unión a un cuerpo físico, sino que pertenece a un “plan” evolutivo del alma. La Luz reina en el Universo y en la encarnación salimos de ella, para entrar en el crepúsculo de la experiencia material y no poder ver sino confusamente. Cortos son los períodos crepusculares y largos los de la luz. Como actores que encarnan papeles en sus películas, los seres espirituales encarnamos papeles terrenales. Los actores viven más tiempo de forma privada que interpretando personajes, al igual que nuestro Ser.

Vivimos en la Luz e interpretamos papeles en los mundos de más densa vibración, donde las experiencias penetran impregnando el alma, transmitiéndole saber y otorgando al Ser un mayor nivel de vibración.