La mayoría de nosotros tenemos ideas absurdas sobre quienes somos, y demasiadas reglas rígidas sobre cómo hemos de vivir la vida.
Seguramente, si tuviéramos más conocimientos o un mayor nivel de conciencia, haríamos las cosas de otra manera.
Cuando somos muy pequeños aprendemos a sentirnos con nosotros mismos y con la vida según las reacciones de los adultos que nos rodean. Es así como aprendemos lo que ahora pensamos de nosotros y de nuestro mundo. Así pués, cada uno puede sacar sus conclusiones e identificar los patrones que determinan su conducta.
Nos castigamos de la misma manera en que nos reñían o censuraban nuestros mayores.
ej: Tú nunca haces nada bien, no serás nada en la vida. Todo es por culpa tuya, no haces nada bien; eres un inútil, jamás tendrás lo que deseas; no mereces nada, etc...estas afirmaciones generan patrones de conducta, unas veces se actúa la afirmación y otras se sobre actúa con el fin de no validarla.
Lo que nos demuestra que nuestra autoestima es dependiente y por tanto tiene apegos, dos cualidades que aprecia el ego con el fin de imponer "su verdad".
Trabajar la autoestima es romper arquetipos que nos han condicionado y desapegarnos de sentimientos que nos han manipulado.
Muchas veces los padres, con toda su buena intención, nos "infectan" con el virus del "incesto emocional" (es más propio de las madres)
Su orígen radica en la falta de autoestima del progenitor y de los miedos e inseguridades que padece en su realidad cotidiana.
Mediante los sobre estímulos emocionales intenta generar vínculos de dependencia y por lo tanto, parcelas de dominio mediante los que puedan manipular la voluntad de sus hijos en su propio beneficio.
Es un tema que da mucho de sí y que condiciona conductas y actitudes que podríamos analizar con detalle.
Lo importante: identificar las dependencias, romper los lazos que atan, perdonar y aceptar la enseñanza que nos han permitido integrar.
La clave: la autoestima y la aceptación.
Namaste.
JPR.
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