Sabemos que las interferencias distorsionarán nuestra vibración y que difícilmente lograremos que la melodía que deseamos componer suene tal y como deseamos que lo haga.
Sólo un alma que entienda la partitura y quiera compartirla (tocando otro instrumento, tocando el mismo o incluso utilizando la voz) podrá aportar la calma y el equilibrio que nos permita realizar esa creación.
No se trata de culpar, se trata de permitirnos ser.
NAMASTE.
JPR
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