Los traumas de la niñez marcan la adolescencia y la calidad emocional de nuestras vidas.
Si desde nuestra concepción no fuimos deseados, si de pequeños molestabamos, si el incesto emocional era un arma arrojadiza por parte de nuestra madre o padre contra el cónyuge, si el sentimiento de culpa o insuficiencia acompañaba nuestras recriminaciones o la "agresividad" verbal formaba parte de la cotidianidad de nuestra vida diaria o si tal vez no nos dejaban espacio para nuestro compartir...seguro que hay consecuencias en nuestra vida y en nuestra forma de relacionarnos con el mundo.
El crecimiento personal pasa por afrontar los "patrones" limitantes y dejar partir el lastre de su influencia.
Si quieres ayudar a los demás, si quieres hacer algo por el mundo, antes que nada preocupate de tu autoestima, de tu cuidado emocional y de tu bienestar.
Merecemos una vida sin lastres, merecemos una vida sin resentimientos ni culpas, donde la asertividad de nuestro compartir nos permita vivir con quien realmente deseemos estar y lo que realmente queramos vivir.
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